SIBO Y MICROBIOMA INTESTINAL - DÍA MUNDIAL DE LA SALUD DIGESTIVA 2024
En los últimos años se ha detectado un incremento de las enfermedades digestivas en España y estas cada vez se dan en individuos más jóvenes. Actualmente se estima que alrededor de un 50 % de población en España sufre patología digestiva de algún tipo con un gran impacto en el bienestar físico y emocional del individuo. Se considera que la alimentación inadecuada por el incremento de alimentos procesados, el sedentarismo, el desequilibrio del microbioma intestinal (ver diferencia entre microbioma y microbiota intestinal) y los altos niveles de estrés podrían ser algunas de las causas del incremento de este tipo de enfermedades. Existe un amplio abanico de trastornos digestivos, la mayoría de los cuales pueden ser diagnosticados mediante pruebas validadas clínicamente. Sin embargo, cabe tener en cuenta que ciertas condiciones gastrointestinales, como el sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SIBO), son de difícil diagnóstico dado que cursan con síntomas que pueden estar relacionados con otros trastornos o enfermedades.
El SIBO se define como un aumento anormal del número de bacterias en el intestino delgado, la parte del aparato digestivo responsable de absorber nutrientes y agua. En condiciones normales, el intestino delgado alberga un número reducido de bacterias en comparación con el intestino grueso. Sin embargo, diversos factores pueden conducir a una proliferación excesiva de bacterias o arqueas en el intestino delgado o, incluso, a su colonización por parte de microorganismos procedentes del intestino grueso. Algunos de estos factores son: determinadas patologías crónicas (enfermedad de Crohn, síndrome del intestino irritable, diabetes, celiaquía, etc.), el consumo de algunos medicamentos (antiácidos, antibióticos, etc.), la disminución de la motilidad intestinal o de la acidez estomacal, anomalías o cirugías del tracto digestivo y trastornos inmunitarios, entre otros.
El SIBO está asociado generalmente con la manifestación de síntomas gastrointestinales, como distensión y/o hinchazón abdominal, náuseas, gases, dolor o malestar en la parte superior del abdomen, diarrea y/o estreñimiento. No obstante, en ocasiones pueden presentarse síntomas no intestinales como fatiga, confusión mental, problemas cognitivos, ansiedad o dolor sistémico, e ir acompañado de deficiencias nutricionales o pérdida de peso.
Dada la inespecificidad de los síntomas, es recomendable contar con el asesoramiento de un profesional para realizar una valoración del cuadro clínico y prescribir las pruebas necesarias para diagnosticar el origen de los mismos. La prueba que más se utiliza para el diagnóstico del SIBO es el TEST DEL ALIENTO, que permite determinar la concentración de hidrógeno y metano en el aire espirado como resultado de la fermentación microbiana en el intestino delgado.
Entre las posibles causas que pueden contribuir al desarrollo de SIBO se encuentra el desequilibrio de la microbiota del intestino grueso, parte del tracto digestivo en la que se aloja la mayor cantidad de microorganismos. Este desequilibrio puede afectar a distintas partes del aparato digestivo con importantes consecuencias en su correcto funcionamiento. Así pues, los desequilibrios en una parte del tracto digestivo pueden repercutir en otra, dificultando la identificación del origen o localización de los síntomas. Por ello, resulta de gran utilidad disponer de pruebas de última generación, como myBIOME, capaces de realizar un análisis profundo y exhaustivo de la microbiota del intestino grueso. Estas pruebas permiten obtener información precisa y fiable de la composición de microorganismos y de su distribución y funcionalidad, facilitando así la identificación y la corrección de desequilibrios con posible impacto en distintas secciones del tracto digestivo.
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